Apocalipsis 21.1-5
Algunas
personas ponen en duda que exista el infierno. Se preguntan: ¿Cómo es posible que alguien en el cielo
no sienta tristeza, cuando sabe que sus seres queridos sufren un castigo
eterno?
Para
nosotros, como humanos, es difícil de entenderlo. Sabemos que en la otra vida,
quienes rechazaron a Cristo llorarán (Mt 13.41, 42). Pero las Sagradas Escrituras dejan
claro que la eternidad en la presencia de Cristo estará llena de gozo. Tenemos
la garantía de que Dios “enjugará las lágrimas, y no habrá muerte ni llanto ni
clamor ni dolor” (Ap 21.4 NBV).
Pero
notemos el comienzo de ese versículo. Antes de entrar al cielo, los creyentes
también derramarán lágrimas. Incluso los cristianos serán juzgados, pero no
para determinar dónde pasarán la eternidad. Más bien, Dios sacará a la luz las
acciones, los pensamientos y los motivos puros e impuros de sus hijos (1 Co 4.5). Sin duda, nos afligiremos al ver las
oportunidades que dejamos pasar por alto, y cuando no actuamos con rectitud.
Sin embargo, el Señor secará nuestras lágrimas y nos llevará a su gloria, donde
no experimentaremos tristeza ni dolor.
Una
vez que entremos en la eternidad con Él, no nos afligiremos, incluso si llegamos
a sentir la ausencia de seres queridos en el cielo. En ese momento, nuestros
deseos se alinearán a la perfección con los del Señor, y cualquier cosa que nos
falte ya no será algo que querremos.
La
eternidad es mucho tiempo, y el cielo será maravilloso más allá de cualquier
descripción. Confiar en Cristo como Salvador, es la única manera de garantizar
que el cielo sea su destino eterno.
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