Jonás 1.1—2.10
Todos
experimentamos lo que podríamos llamar tormentas de la vida, las cuales pueden
ser interpersonales, económicas, emocionales, físicas y espirituales. A veces
incluso son el resultado de nuestras propias decisiones imprudentes. El
problema que nos llega puede ser la cosecha de lo que hemos sembrado en el
pasado. Y ese fue, sin duda, el caso de Jonás.
Cuando
Jonás trató de huir de la tarea que Dios le había encomendado, el Señor trajo
una tormenta correctiva a su vida. Y debido a que el Padre nos ama,
interrumpirá nuestros planes cuando insistamos en seguir nuestro propio camino
en vez de someternos a su voluntad. Las tormentas de Dios..
.
CAPTAN NUESTRA ATENCIÓN. Las tormentas interrumpen nuestra
rutina de tal manera que nos detenemos a considerar lo que Dios hace en nuestra
vida.
NOS HACEN HUMILDES. El Señor desafía nuestro orgullo y nuestra confianza
para que nos demos cuenta de que no tenemos el control, y de que no podemos
hacer nada separados de Él.
NOS GUÍAN AL ARREPENTIMIENTO. A veces, las
consecuencias de nuestro pecado y rebelión son tan dolorosas y molestas que
recobramos la cordura y nos volvemos a Dios en humilde obediencia.
ALINEAN NUESTRA VIDA CON LOS PLANES DE DIOS. Las tormentas
hacen que dejemos de lado nuestros tercos planes y nos sometamos a la voluntad de
Dios.
Clamar
al Señor es lo mejor que podemos hacer en medio de una tormenta. Como Jonás,
debemos humillarnos, someternos a la manera como Dios actúa con nosotros, pasar
de nuestra rebelión a la obediencia y rendirnos a su voluntad.
Biblia en un año: Ezequiel 37-39
Fuente: Dr. Charles Stanley
0 comentarios:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.