
¿Se
ha sentido alguna vez desanimado en su andar de fe? Si es así, entonces está
justo donde Dios quiere que esté, porque ha descubierto que nadie puede vivir
en total santidad. Todos estamos en la misma situación; sin embargo, hay
alguien que tiene el poder que necesitamos: el Espíritu Santo.
Cuando
los discípulos recibieron de Cristo la tarea de predicar el evangelio a todo el
mundo, no tenían la capacidad para llevarla a cabo. Por eso les dijo que
esperaran hasta que viniera el Espíritu Santo. De la misma manera, si esperamos
lograr lo que Dios desea, necesitamos vivir con total dependencia de la tercera
Persona de la Deidad.
El
poder del Espíritu es la energía y autoridad de Dios liberadas en la vida de
los creyentes con el propósito de que vivan con rectitud y tengan un servicio
fructífero. Cuando andamos en el Espíritu, confiamos en su poder para cumplir
la voluntad de Dios. Como resultado, experimentamos los siguientes beneficios:
- Nos cansamos, pero no desfallecemos.
- Confiamos en Dios, en vez de tratar de manipular nuestras
circunstancias.
- Experimentamos circunstancias difíciles, pero no nos
desesperamos.
- No nos agobiamos con desánimo, pues sabemos que el
Espíritu en nosotros nos capacita para hacer lo que nos ha llamado a
hacer.
Si
hacemos el trabajo de Dios con su poder, a su manera y con su sabiduría,
seremos bendecidos sin importar lo que suceda a nuestro alrededor. Caminar en
el Espíritu no significa que la vida será fácil, sino que nunca tendremos que
transitarla solos, porque nuestro Ayudador siempre estará con nosotros.
Biblia en un año: Miqueas 1-4
Fuente: Dr. Charles Stanley
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