Efesios 1.7-14
La
vida puede parecer una larga serie de problemas, ¿no es así? Aunque estemos
pasando por una “temporada” agradable, siempre anhelamos algo mejor. Tal vez
esto es lo que quiso decir Salomón cuando escribió acerca de Dios: “Él sembró
la eternidad en el corazón humano” (Ec 3.11 NTV).
Lo
que anhelamos se revela en el pasaje de hoy, y cada beneficio para los
creyentes se encuentra “en Él”, es decir, en Cristo.
La espléndida gracia de Dios (Ef 1.7,8). Como creyentes, tenemos la confianza de
que, por medio de Cristo, hemos sido perdonados de nuestros pecados y
redimidos. No importa lo que pase a nuestro alrededor, nunca tenemos que dudar
de nuestra seguridad eterna.
Un futuro glorioso (Ef 1.9,10). Aunque vivimos en un mundo caído,
sabemos que Dios “en la plenitud de los tiempos” llevará a cabo todas las cosas
en Cristo. Ese día, las conocidas palabras de Cristo al Padre se cumplirán:
“Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la
tierra” (Mt 6.10).
Una herencia (Ef 1.11-14). Uno de los aspectos más asombrosos de
nuestra salvación es que somos herederos con Cristo (Ro 8.17), y tal herencia ya fue alcanzada. Podemos
tener la seguridad de esto porque Dios hace siempre que su voluntad se cumpla,
y nos ha dado al Espíritu Santo como garantía de que recibiremos esta herencia
celestial.
Cuando
nuestro camino se vuelve difícil, o nos agotamos por las luchas o rutinas de la
vida diaria, necesitamos recordar que aún no estamos en casa. La vida todavía
no es como debería ser, pero Dios ha provisto su gracia y sus promesas para
darnos esperanza y contentamiento.
Biblia en un año: Isaías 58-62
Fuente: Dr. Charles Satanley
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