Deuteronomio 1.19-46
A
nadie le gusta fracasar, y una caída espiritual es, en particular, muy
angustiante. La palabra fracaso despierta de inmediato dudas en cuanto a
nuestro andar con Dios. Sin embargo, por mucho que lo intentemos, no podemos y
no queremos pasar por la vida sin fallar de vez en cuando.
Lo
más preocupante para los creyentes son los casos en que sabemos lo que debemos
hacer, pero no lo hacemos. Eso es lo que sucedió con los israelitas, que se
negaron a entrar a la tierra que Dios les había dicho que conquistaran y
poseyeran. Permitieron que el miedo impidiera su obediencia al Padre celestial.
Aunque la verdadera razón de su desobediencia fue la falta de confianza en
Dios.
Piense
en alguna ocasión en la que usted desobedeció al Señor. ¿Miró las
circunstancias y llegó a la conclusión de que era demasiado riesgoso hacer lo
que le había pedido? O tal vez su manera de pensar parecía una mejor idea. En
ambos casos, la tentación comenzó con dudas en cuanto a Dios. ¿Es lo suficientemente poderoso para
manejar las circunstancias si le obedezco? No estoy convencido de que sepa qué
es lo mejor para mí.
Cada
vez que confiamos en nosotros y dudamos de la sabiduría, el poder y la bondad
de Dios, nos dirigimos hacia el fracaso y sus consecuencias. Aunque siempre nos
perdona cuando venimos a Él con un corazón arrepentido, todavía podríamos
sufrir las consecuencias de nuestra rebelión voluntaria.
El
Señor quiere que confiemos en Él para que elijamos seguir sus instrucciones y
así evitar la trampa de la autosuficiencia. Recuerde que el Dios que nos llama
nos capacita para obedecer cualquier mandato que nos dé.
Biblia
en un año: Jeremías 49-50
Fuente: Dr. Charles Stanley
0 comentarios:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.