¿Siente a veces como si estuviera cargando el peso del mundo sobre sus
hombros? Las cargas vienen en todas las formas, pero tienen algo en común: nos
agobian y nos agotan. Y cuanto más las llevemos, más pesadas parecen. A menos
que las manejemos adecuadamente, ellas pueden nublar nuestro pensamiento,
interferir con nuestro trabajo y afectar nuestra vida familiar.
Las soluciones que ofrece el mundo a la ansiedad son temporales en el mejor
de los casos, pero Jesucristo ofrece la única solución permanente. El Señor nos
anima a echar nuestras inquietudes y preocupaciones sobre Él, porque se
preocupa por nosotros. Él es nuestro fiel sumo sacerdote que entiende nuestras
debilidades e intercede por nosotros ante su Padre (He
4.15; 7.25).
Como Hijo del Hombre, Cristo experimentó de primera mano las dificultades y
las cargas de la vida terrenal. Sabía cómo vivir con escasos recursos
económicos sin sentirse ansioso (Mt
8.20), y cómo confiar en su
Padre mientras estaba bajo gran angustia emocional (Lc
22.42-44). Experimentó la
traición de Judas Iscariote y el rechazo de su propio pueblo. Y aunque nunca
pecó, fue tentado.
Si usted está luchando bajo las presiones de la vida diaria, ¿qué le impide
entregar su carga a Cristo? Tal vez lo haya intentado, pero la pesada carga de
preocupación pareciera seguir estando sobre sus hombros. Hace falta humildad
para admitir que no podemos manejar todo por nuestra cuenta, y se necesita
confianza para permitir que Dios resuelva la situación de acuerdo con su
voluntad. Pero si le entregamos la carga, lo único que tenemos que perder es
nuestra ansiedad.
Biblia en un año:
Proverbios
26-28
Fuente: Dr. Charles Stanley
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