Marcos 16.15, 16
Los cristianos debemos invertir en la vida de otros. Todas las riquezas
materiales de este mundo pasarán, y solo aquellos que creen en Jesucristo irán
al cielo. Como sus seguidores, debemos dedicarnos a ayudar a que otros lo
conozcan.
Dios ofrece salvación a todo el mundo, pero hay personas que nunca han
escuchado que Cristo las ama, y que murió en la cruz por sus pecados (Jn
3.16). No siempre asociamos
la palabra inconversos con vecinos, compañeros de trabajo ni amigos, pero la
realidad es que las personas más cercanas a nosotros pueden no conocer el
mensaje del evangelio.
La iglesia ha encontrado muchas maneras de anunciar las buenas nuevas de
Jesucristo. Ministerios En Contacto, por ejemplo, llega al mundo entero por
medio de literatura, radio, TV, Mensajeros e Internet. Pero la evangelización
de persona a persona sigue siendo una de las maneras más efectivas de hablar
del Salvador, ya que los no creyentes pueden recibir respuesta a sus
preocupaciones de una manera personal. Quienes ponen su fe en Cristo pueden ser
discipulados, lo cual es vital para su crecimiento espiritual. No es suficiente
donar dinero para que los misioneros puedan hacer este trabajo en países
distantes; los campos cercanos están también listos para la cosecha, pero los
obreros son pocos (Mt
9.37).
Cuando se trata de alcanzar a los perdidos, todos los creyentes son
responsables. El Señor dijo: “Como me envió el Padre, así también yo os envío”
(Jn
20.21). Nadie podrá
involucrarse jamás en una tarea más acertada o más perdurable, que la de
derramar riqueza espiritual en la mente y el corazón de otra persona. Invertir
en las almas es una labor de valor eterno.
Biblia en un año:
2
Crónicas 24-25
Fuente: Dr. Charles Stanley
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