Colosenses 1.10-14
El apóstol Pablo deseaba con fervor que el cuerpo de Cristo —cada iglesia y
creyente— madurara espiritualmente. Al saber que tal crecimiento impactaría al
mundo, el apóstol pedía que los creyentes conocieran la voluntad de Dios para
luego...
Vivir en santidad (Colosenses
1.10). Pablo oraba para que
nuestras conversaciones, conducta y carácter fueran congruentes con los del
Señor. Los cristianos somos los representantes de Cristo, y por eso nuestra
vida debe ser una extensión de la suya, con ojos que vean con compasión a los
demás, con corazones que ofrezcan perdón y amor, y con manos que estén ocupadas
en servir. El carácter del creyente, aunque imperfecto, debe reflejar cada vez
más la piedad del Señor.
Hacer lo bueno (Colosenses
1.10). A los ojos de Dios,
no todo lo que hacemos es fructífero; muchas de nuestras actividades surgen del
deseo de complacernos o de complacer a otros. Pero lo único que importa es lo
que hagamos en obediencia a nuestro Padre celestial. El Señor habló de la
importancia de dar mucho fruto, lo cual solo es posible cuando estamos
conectados con Él (Juan
15.5).
Experimentar el poder
de Dios (Colosenses
1.11). Por medio de la
presencia del Espíritu Santo, tenemos todo lo que necesitamos para hacer la
voluntad del Padre celestial.
Mantenernos dedicados
y agradecidos (Colosenses
1.12). Dios responde en su
tiempo perfecto.
Debemos permanecer firmes en la oración, y agradecidos por todo lo que Él ya
ha hecho.
Ya sea que al orar usemos estos versículos en favor de nosotros o de otros,
podemos saber que nuestras peticiones están en armonía con la voluntad del
Señor. Primera
de Juan 5.14, 15 nos dice que al orar
de esta manera tendremos la maravillosa seguridad de que Dios responderá de
manera positiva.
Biblia en un año:
2
Samuel 15-17
Fuente: Dr. Charles Stanley
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