Si usted necesitara un asesor, ¿contrataría a cualquiera? Por supuesto que
no. Se aseguraría de que fuera alguien con una experiencia que respalde sus
palabras. El apóstol Pablo estaba, sin duda, calificado para enseñar en cuanto
a la importancia del contentamiento, ya que estaba escribiendo desde un
calabozo.
En el pasaje de hoy, Pablo dice que la oración guardará de ansiedad al
corazón del creyente. Orar correctamente resultará en la protección más eficaz,
y por eso es sabio seguir el modelo que Jesús nos dio. El Padrenuestro enfatiza
la adoración al Padre, no el valor de nuestras palabras (Mt
6.9-13). Dios quiere, sin
duda, escuchar lo que nos preocupa (Fil
4.6), pero si los
problemas es lo único que nos lleva a arrodillarnos, no hemos entendido el
punto esencial de nuestra relación con Él.
¿Por qué espera el Señor que le honremos, cuando lo que queremos es ayuda
inmediata para nuestros problemas? Porque donde está la mente, está también el
corazón. Concentrarse en su grandeza pone nuestras necesidades en la
perspectiva correcta y nos anima a estar tranquilos. Él tiene el control y está
en actividad (Ro
8.28). Piense en la oración
de Jesús en el Getsemaní (Mt
26.36-46). Aunque estaba
clamando por socorro, se sometió, no obstante, a la voluntad superior del Padre
(Mt
26.39). En consecuencia, una
paz sobrenatural le fortaleció y le dio las fuerzas para hacer frente a sus
verdugos.
Pablo nos da un plan de paz radical: alabemos al Señor en medio de la
persecución; démosle gracias cuando enfrentemos pruebas y oremos por todo. Cada
oración prepara el corazón contra la ansiedad. Ese es el excelente consejo de
un hombre que practicaba lo que predicaba.
Biblia en un año:
Juan
20-21
Fuente: www.encontacto.org
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