• JUAN 3:16

    16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna...

  • SALMOS 5:11

    11 Pero alégrense todos los que en ti confían; Den voces de júbilo para siempre, porque tú los defiendes; En ti se regocijen los que aman tu nombre....

  • ROMANOS 14:17

    17 porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo....

14 sept 2016

Posted by Refrigerio Bíblico | 3:37 p.m. | No comments

Mateo 26.41

Toda persona experimenta tentaciones, no importa qué tan espiritual sea o cuánto tiempo haya seguido a Cristo. A veces, esta experiencia es como un débil susurro; en otras ocasiones, es como un grito insoportable en la mente. Pero no importa cómo suene, usted sabe exactamente lo que se siente ser tentado.

La tentación es simplemente la incitación a llevar un deseo dado por Dios, más allá de los límites dados por Él. Muchas personas rechazan esta idea; se niegan a creer que las incitaciones que producen sentimientos de culpa tengan que ver remotamente con el Señor. Pero, piense en esto: ¿De qué manera se siente tentado con mayor frecuencia? ¿En lo material? ¿En lo sexual? ¿En desear estar rodeado de ciertas personas? ¿En comer? Todas estas son cosas que Dios no solamente creó, sino que también utiliza para bendecir a los suyos. El problema viene cuando nosotros —que todavía tenemos una naturaleza carnal— llevamos estos impulsos más allá de los límites sanos que Dios ha fijado para nuestra vida.

Por ejemplo, Él creó el sexo para el disfrute dentro de la relación matrimonial. Pero cuando este deseo divinamente aprobado es corrompido por la intimidad física fuera del matrimonio, entonces lo que el Creador diseñó se convierte en una fuente de culpa y vergüenza. Eso no fue lo que Dios diseñó.

Una de las principales estrategias del enemigo es distorsionar los impulsos dados por Dios. Pero usted puede frustrar ese ataque: recuérdese a sí mismo de dónde surgió el impulso, y luego pídale a Dios fortaleza para utilizarlo para su gloria, tal como fue la intención de Él.

Biblia en un año: Salmos 145-150
Fuente: www.encontacto.org


Posted by Refrigerio Bíblico | 8:25 a.m. | No comments
Salmo 95.6-8

¿Por qué razón dos creyentes pueden orar por un mismo asunto y tener luego diferentes respuestas y actitudes? Esto tiene que ver con sus perspectivas. Cada uno de nosotros viene al Señor con experiencias de vida y con expectativas diferentes. Si queremos escuchar su voz claramente, tenemos primero que ocuparnos de las cosas que afectan la manera como lo hacemos:

Nuestra relación con Dios. El Padre celestial habla de maneras diferentes a los cristianos. Y aunque ni Dios ni los principios fundamentales de la fe cambian jamás, el Señor ajusta su respuesta a cada creyente considerando su madurez espiritual y su situación especial. Por eso, dos personas pueden escuchar cosas distintas, pues están en puntos diferentes en su peregrinación de fe.

Nuestra comprensión de quién es Él. La manera como vemos al Señor cambia la manera como lo escuchamos. Por ejemplo, si usted ve a Dios como un Padre tierno, escuchará su voz de aliento y aceptará su amorosa disciplina. Pero si lo ve como un Padre duro y exigente, sentirá como si fuera imposible vivir a la altura de las expectativas de Él.

Nuestra actitud hacia Dios. Si venimos al Señor de manera orgullosa y rebelde, naturalmente no nos sentiremos inclinados a escuchar su voz de autoridad. Pero si venimos con una actitud sumisa, probablemente escucharemos y recibiremos con gozo su Palabra.

Dios sigue hablando en el mundo hoy. Deténgase y piense qué hay en su vida que pudiera estar bloqueando el mensaje de Él para usted. ¿Qué está afectando su capacidad o disposición para escuchar? Ponga eso delante del Señor hoy, y pídale que derribe todas las barreras.

Biblia en un año: Ezequiel 40-42
Fuente: www.encontacto.org
Posted by Refrigerio Bíblico | 7:29 a.m. | No comments

El apóstol Pablo escribió ampliamente sobre el carácter y la conducta de los creyentes. Exhortó a los cristianos diciendo: “Que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados” (Ef 4.1), y a ser “imitadores de Dios” (Ef 5.1). En sus cartas a las iglesias, Pablo explicó lo que significaba tener una vida de santidad.

Primero, debemos dejar ciertos hábitos y conductas, y sustituirlos con otros que sean aceptables a Dios. Las conductas “carnales” ya no son parte de nosotros. Tenemos ahora una naturaleza nueva, y debemos conducirnos de acuerdo con la misma. Gálatas 5.19-21 menciona quince conductas específicas que debemos abandonar, entre ellas: enemistades, pleitos, iras, contiendas y disensiones. Notemos el papel que juega el enojo en cada una de estas conductas: estimula los desencuentros e inflama el antagonismo. En segundo lugar, si nos enojamos, tenemos que disculparnos de inmediato (Ef 4.26).

El fruto del Espíritu (Gá 5.22, 23) es el cambio de los pensamientos y de las acciones pecaminosas. Si somos fácilmente irritables, necesitamos adquirir paciencia. Si nuestro enojo nos exacerba, tenemos entonces que convertirnos en personas serenas. El cambio es posible, porque el poder del pecado sobre nosotros ha sido destruido de una vez por todas. Hemos sido liberados para siempre para vivir de una manera agradable a Dios.

Todos luchamos con alguna clase de conducta pecaminosa, pero felizmente no tenemos que seguir con ella. Como nuevas criaturas, ya no tenemos que ser definidos por lo que éramos antes de ser salvos (2 Co 5.17). Para demostrar la santidad que ahora es suya, colabore con la obra transformadora del Espíritu Santo.

Biblia en un año: Daniel 3-4
Fuente: www.encontacto.org

2 sept 2016

Posted by Refrigerio Bíblico | 3:02 a.m. | No comments

El letrero favorito de mi madre, que colgaba sobre la puerta de nuestra casa, nos recordaba que “La oración lo cambia todo”. Desde que era muy pequeño, fui testigo de esta poderosa verdad por su ejemplo. Ella me contaba algunas dificultades que estaba enfrentando, y luego me pedía que orara por esos motivos con ella. Y después se aseguraba siempre de dar la gloria a Dios cuando compartía la maravillosa noticia de que Él había respondido esas oraciones.

De hecho, esta es nuestra confianza: que cualquier cosa que pidamos, que armonice con el plan del Padre, será concedida. Y cuanto más tiempo pasemos con Él, más llegaremos a entender su voluntad y cómo orar por ella.

Recuerde que la oración no hace cambiar de opinión a Dios, pero sí transforma el corazón del creyente. Algunas peticiones son concedidas de inmediato, simplemente porque pedimos con la comprensión de que a nuestro Padre celestial le encanta darnos cosas buenas. Otras peticiones pueden requerir más tiempo o ciertos preparativos divinos antes de que nos sean concedidas. Nosotros, mientras tanto, debemos simplemente ser persistentes en la oración.

Cualquiera que sea la respuesta o el tiempo del Señor, podemos confiar en que Él solo tiene reservado lo mejor para sus hijos. La oración nos permite ser testigos de la mano de Dios en cualquier situación. Y a medida que dediquemos atención, tiempo y perseverancia a la conversación con Él, no habrá límite para lo que podamos lograr en los corazones y las circunstancias de las personas.


Biblia en un año: Jeremías 1-3
Fuente: www.encontacto.org


Posted by Refrigerio Bíblico | 2:42 a.m. | No comments

El Padre celestial tiene un plan grandioso para la vida de cada uno de sus hijos, y puede resumirse en la palabra santificación. Si usted nunca ha estado seguro del significado del término, no es el único; muchas personas no tienen clara su definición. Pero los creyentes debemos entenderlo, pues esa palabra nos define.

En su forma verbal —santificar— el término significa “hacer santo” o “apartar”. Por eso, cuando algo es santificado es apartado de su uso común anterior y dedicado a propósitos sagrados. El Antiguo Testamento menciona varias cosas que el Señor santificó, entre ellas: el séptimo día y la tribu de Leví como sacerdotes, e incluso consagró lugares como el lugar santísimo dentro del tabernáculo (Gn 2.3; Nm 3).

El Padre celestial sigue santificando a personas en el presente. Antes de que alguien ponga su fe en el Salvador, esa persona está muerta espiritualmente y, en realidad, es enemiga de Dios (Ef 2.1-3; Ro 5.10). Pero en el momento que decide confiar en Jesucristo, sus pecados son borrados y es adoptado en la familia de Dios. Esa persona es apartada como un hijo de Dios, con un propósito sagrado. Esto significa que los creyentes no estamos aquí para ir tras nuestro beneficio personal, sino para servir al Señor y darle honra y gloria.

Como miembros de la familia de Dios, llamados a reflejar su gloria, a los creyentes se les conoce como “santos”. Se nos ha dado este apelativo —que comparte su raíz con santificación— no porque estemos libres de pecado o seamos perfectos, sino porque vivimos una vida congruente con Aquel a quien representamos.


Biblia en un año: Ezequiel 1-3
Fuente: www.encontacto.org

Bookmark Us

Delicious Digg Facebook Favorites More Stumbleupon Twitter