21 mar 2016

Posted by Refrigerio Bíblico | 11:20 | No comments
EL PENSAMIENTO CORRECTO 
ACERCA DE LA RESURRECCIÓN


Fuente: https://youtu.be/qTnBD3UfSMg

En este alentador mensaje, el Dr. Stanley nos recuerda que el Señor Jesús dijo a sus discípulos que iba a preparar un lugar para ellos, y que volvería otra vez para llevarlos con Él (Juan 14.1-3).


El pensamiento correcto acerca de la Resurrección

PASAJE CLAVE: Filipenses 3.20, 21


INTRODUCCIÓN

¿Sabe qué sucederá cuando muera?
La muerte es posiblemente el tema en el que menos deseamos pensar, sin embargo es algo a lo que todos nos enfrentamos. La Biblia nos dice: “Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (He 9.27). Así que debemos tener una idea clara de lo que nos sucederá al morir. Hay diversas ideas en relación con este tema, pero no todas son correctas. La Palabra de Dios es la única fuente segura de información acerca de lo que nos sucede después de la muerte.

DESARROLLO DEL SERMÓN

Para los cristianos, la muerte no debe ser causa de temor o incertidumbre.
En sus escritos, el apóstol Pablo nos habla con claridad y confianza en relación a este tema. Al acercarse al final de su vida, pudo mirar con gozo lo que le esperaba. Le dijo a Timoteo: “me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día” (2 Ti 4.8). Sabía que, desde el instante en que su espíritu se apartara de su cuerpo físico, sería llevado al cielo para estar con el Señor (cf. 2 Co 5.8).

¿Por qué mueren los cristianos?
Quizás nos preguntamos por qué, a pesar de ser hijos amados de Dios, tenemos que enfrentar la muerte. Después de todo, si nuestros pecados ya han sido perdonados y Jesús nos ha salvado, ¿acaso no deberíamos ser liberados de la muerte, pues esta es una consecuencia del pecado? Pero debemos comprender que la muerte no es un castigo para los creyentes, pues Jesús ya pagó la deuda que teníamos como consecuencia de nuestros pecados. Sin embargo, Dios permite que sus hijos mueran porque:
  • Vivimos en un mundo caído. Desde el momento en que el pecado entró en este mundo trajo consigo enfermedades, maldad y muerte. Aunque los creyentes hemos sido redimidos del pecado, no estamos exentos de sus consecuencias. Mientras que vivamos en este mundo, tendremos que enfrentar los mismos problemas, dificultades y pérdidas que otros padecen.
  • Dios hace uso de esto para completar nuestra santificación. El Señor nos ha predestinado para que seamos hechos “conformes a la imagen de su Hijo” (Ro 8.29). Es por medio de las pruebas y dificultades de este mundo que podemos alcanzar ese parecido con el Señor. Son las experiencias difíciles las que nos permiten madurar espiritualmente y así poder consolar a otros. Sin embargo, cuando Jesús nos llama a su presencia nuestra santificación es completada, y somos hechos conforme a la imagen de Cristo.
  • Porque el Señor desea que vivamos en obediencia a Él. Su plan no es alejarnos de las dificultades de este mundo una vez que somos salvos. Mientras vivimos en este mundo, Dios aumenta nuestro conocimiento, nos fortalece y nos permite disfrutar de una relación personal con Él. Si vivimos en obediencia, Dios obra en nosotros y por medio nuestro, para alcanzar su propósito. Es por eso que Pablo vivía tan comprometido a proclamar el evangelio, que ni la persecución ni el sufrimiento pudieron detenerlo.
Deberíamos estar preparados para la muerte.
Como es inevitable, debemos analizar si estamos o no preparados para morir. Hacer los arreglos funerarios es importante, pero mucho más crucial aún es la relación que tengamos con Dios, pues esto determinará dónde pasaremos la eternidad. Aquellos que no han aceptado a Cristo como su Salvador personal tienen una buena razón para temer a la muerte, pero los creyentes podemos vivir confiados sabiendo que seremos llevados al cielo. Cuando un ser querido muere, nos entristecemos; pero si esa persona era creyente, también celebramos, pues sabemos que está con Cristo, y por tanto, un día nos reencontraremos con ella en el cielo.

¿Qué sucede cuando morimos?
La muerte es un tema serio, pues no existe una segunda oportunidad para cambiar nuestro destino eterno. Nuestro mundo está lleno de falsa información acerca de lo que sucede después de la muerte. Es por eso que debemos comparar lo que otros dicen con la verdad absoluta que hallamos en la Palabra de Dios. Por ejemplo, la Biblia no nos dice que:
  • Nos quedaremos dormidos hasta que Cristo venga. Aquellos que creen esto, piensan que después de morir quedamos inconscientes y no sentimos nada hasta ser resucitados. Pero Jesús le dijo al ladrón en la cruz: “De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lc 23.43). De la misma manera, Pablo nos dice que el estar ausentes en el cuerpo significa estar presentes con el Señor (2 Co 5.8). Si tuviéramos que esperar dormidos hasta que Cristo venga, Pablo no nos diría que es mucho mejor partir con el Señor que servirle aquí en la Tierra (Fil 1.22, 23).
  • Seremos aniquilados. Algunas personas creen que después de la muerte dejamos de existir. Pero la Palabra de Dios nos declara que debemos rendir cuentas por nuestro estilo de vida: “Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (He 9.27).
  • Iremos al purgatorio. Este punto de vista nos enseña que los creyentes al morir van al purgatorio, para así sufrir y ser purificados de sus pecados. Después de haber sido adecuadamente castigados, podrán ir al cielo. Sin embargo, de ser esto cierto, el pago de Cristo en la cruz por nuestros pecados no fue suficiente. Pero la Biblia nos dice que Dios puso el pecado de toda la humanidad sobre su Hijo, y que este pagó la deuda que teníamos. Cuando aceptamos el sacrificio que hizo por nosotros, somos completamente perdonados. Así que ya no hay ningún otro precio que debamos pagar.
¿Qué sucederá el día de la resurrección?
Llegará el día en que Jesús regresará para resucitar a los suyos, y nos llevará para encontrarnos con Él en las nubes (1 Ts 4.13-17). Luego, seremos llevados ante el tribunal de Cristo para que nuestras obras sean juzgadas y así recibamos las recompensas que nos dará. Pero aquellos que no hayan aceptado a Jesucristo resucitarán más adelante y serán juzgados para condenación ante el Gran Trono Blanco (Ap 20.11-15). En vez de recibir recompensas por haber sido obedientes al Señor, sufrirán eternamente por haber rechazado el plan de salvación de Cristo.

REFLEXIÓN
Es mientras vivimos en este mundo que escogemos nuestro destino eterno, y es por eso que debemos prepararnos para el día de nuestra muerte. Ir al templo, leer la Biblia y orar son actividades importantes, pero no son suficientes para darnos la vida eterna. Incluso nuestras buenas obras vienen a ser vanas si no hemos aceptado el sacrificio que Cristo hizo por nuestros pecados. Cada persona debe pedirle perdón a Jesús y recibirlo como su Salvador personal. Ese sencillo acto de fe nos garantiza que, al morir, iremos directamente a la presencia de Dios, donde nos regocijaremos por toda la eternidad. No posterguemos esta importante decisión por más tiempo; nada es más importante que nuestro destino eterno.


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