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Toda buena dádiva y todo don perfecto
por Charles F. Stanley
Nuestro Padre celestial puede utilizar lo que sea para hablar a sus hijos. Algunas personas se sienten cerca de Dios cuando crean obras de arte. Otras son atraídas por Él mediante la música, y hay muchos cristianos que se sienten más cerca del Señor cuando pasan tiempo trabajando al aire libre. Yo tengo dos fuentes principales de conexión con Él: mi Biblia y mi cámara. Dios nunca deja de hablarme cada vez que tomo una u otra.
La Biblia es la santa e infalible palabra de Dios, y ella me ha dado consuelo y enseñanza desde que era niño. Pero la fotografía me enseña de una manera diferente, porque me permite ver el amor de Dios de una manera más impresionante. Mi deseo de tomar una imagen perfecta no tiene nada que ver con mi pericia. Todo es cuestión de dejar que Dios me hable por medio de mi lente, y de compartir lo que Él revela.
Cuando estoy tomando fotos de montañas cubiertas de nieve o de playas salpicada de caracoles, pienso en el poder de Dios al crear tanta belleza. Adondequiera que voy, veo flores, animales y un cielo infinito —todas las cosas que Dios ha combinado a la perfección—, y en ese momento siento paz. Miro la obra de sus manos, y sé que Él no se equivoca. Todo, incluyéndome a mí, es parte de su plan perfecto.
Ese es el tema del que estaremos hablando en la revista de este mes —aprenderemos acerca de nuestro Creador a medida que hacemos uso de nuestra creatividad. Dios le prometió a Israel: “Me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón” (Jer 29.13), y lo mismo se aplica a nosotros. Dios nunca se cansa de manifestarse de muchas formas a sus hijos. Solo tenemos que descubrir las maneras de cómo el Señor nos habla, y afinar nuestros corazones para escuchar lo que quiere decirnos.
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