Rendición incondicional
Dr. Charles Stanley
¿En qué piensa usted cuando escucha la palabra rendirse? Quizás piense en una pelea entre niños en la que el perdedor grita: “¡Me rindo!” O tal vez piense en una nación que reconoce la derrota para detener una guerra. En ambos casos, rendirse tiene una connotación negativa pues está asociada con perder. Y esto es exactamente lo que Satanás desea que pensemos acerca de la sumisión al Señor.
¿En qué piensa usted cuando escucha la palabra rendirse? Quizás piense en una pelea entre niños en la que el perdedor grita: “¡Me rindo!” O tal vez piense en una nación que reconoce la derrota para detener una guerra. En ambos casos, rendirse tiene una connotación negativa pues está asociada con perder. Y esto es exactamente lo que Satanás desea que pensemos acerca de la sumisión al Señor.
De manera que me gustaría invitarle a considerar la rendición a Cristo de manera positiva. Puesto que el Señor busca nuestro bien, no nos engañará o privará. En lugar de imaginar lo que podríamos perder, centrémonos en lo que podríamos ganar.

Primero, la rendición incondicional a Cristo se traduce en máxima utilidad. A medida que caminamos en el Espíritu, Él actúa en nosotros para que cumplamos la voluntad del Padre.
Segundo, trae bendición a nuestra vida. Nuestra relación con Dios debe caracterizarse por ser cada vez más estrecha a medida que nuestra mente y voluntad se asemejan más a las de Él. De acuerdo con Juan 15.7 (TLA), si nos mantenemos unidos a Cristo nuestras oraciones serán respondidas; ya que no pediremos egoístamente, sino buscando lo que Dios quiera o nos haya prometido en su Palabra (1 Jn 5.14, 15).
Al leer los devociones de este mes, considere en oración lo que el Señor quiere hacer en y a través de usted.
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