Nuestra verdadera identidad en Cristo
Piense en la última vez que se sintió desanimado. ¿Le parecía insuperable algún obstáculo? ¿Estaba abrumado por un sentimiento de inutilidad? Tal vez su desaliento fue producto del rechazo que recibió de otros, o incluso de su propio fracaso. Cualquiera que haya sido la causa, probablemente le fue difícil enfocarse en algo que no fuera su situación.
El desaliento es una herramienta que usa Satanás para entorpecer nuestra utilidad y nuestro testimonio. Lo último que quiere Satanás es que busquemos la perspectiva de Dios, lo cual es exactamente lo que tenemos que hacer para ver la luz en la oscuridad.
Pedro escribió una carta a personas que se estaban desanimando por la persecución y el sufrimiento. Les recordó que eran “linaje escogido, real sacerdocio, nación santa”. Recordemos cuán preciosos somos para el Señor; el Padre celestial no solamente nos escogió, sino también nos llama su preciado tesoro (1 P 2.9).
Note que los creyentes también somos llamados real sacerdocio. Ya no necesitamos sacrificar animales. En vez de eso, estamos llamados a ofrecer sacrificios de alabanza a Dios (He 13.15). Ahora bien, aunque nos resulte difícil hacerlo en medio de los problemas, ésta es la única manera de ver la mano de Dios actuando por medio de nuestras circunstancias.
Aunque es posible que nuestras dificultades no desaparezcan, cuando buscamos de Cristo, la luz se abre paso para darnos esperanzas.
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