Las respuestas que buscamos
A pesar de que ambas cosas son importantes, el conocimiento y la sabiduría no son lo mismo.
por Charles F. Stanley
Ilustraciones por Andy Roberts
¿Adónde va usted en busca de ayuda cuando tiene dudas o está confundido? Para muchos de nosotros, la fuente más rápida de información sobre cualquier tema es Internet. Pero a veces es difícil abrirse camino a través de las miles de respuestas y opiniones que encontramos allí. ¿Cómo podemos saber cuál es la correcta? Y peor aun, ¿cuál de ellas nos descarriará?
Lo que necesitamos realmente es sabiduría, no más información. Específicamente, lo que nos hace falta es una fuente segura que nos lleve de manera correcta.
Proverbios 2.6, 7 dice: “Porque Jehová da la sabiduría, y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia. El provee de sana sabiduría a los rectos; es escudo a los que caminan rectamente”. ¿No es maravilloso esto? Dios tiene todas las respuestas que necesitaremos para vivir rectamente. Sin embargo, adquirirlas requiere de la participación de nuestra parte. Él dice que debemos buscar sabiduría como si estuviéramos buscando un tesoro escondido (Pr 2.3, 4). Aunque Dios está ansioso por darnos sabiduría, Él no la dejará caer sobre nuestras cabezas. Tenemos la responsabilidad de buscarla diligentemente.

La sabiduría verdadera es la capacidad de ver la vida desde la perspectiva de Dios, y de responder de acuerdo con los principios bíblicos. Por tanto, el tesoro de la sabiduría se encuentra en las Sagradas Escrituras. Allí es donde descubrimos quién es Dios, lo que Él piensa, cómo trabaja, y lo que Él está haciendo para llevar a cabo sus planes. Dentro de sus páginas hay ejemplos que seguir, mandamientos que obedecer y principios para guiarnos en cada situación. Hay seis pasos que nos ayudarán a descubrir todo lo que el Señor tiene para enseñarnos.
En primer lugar, meditemos en la Palabra de Dios. Con tantos puntos de vista que nos bombardean a través de los medios de comunicación y de la sociedad, tenemos que llenar nuestra mente con la verdad bíblica (Sal 19.7). Así que, cuando enfrentemos situaciones o decisiones difíciles, sabremos cómo el Señor quiere que respondamos. Cuanto más leamos y meditemos en lo que Dios dice en su Palabra, más entenderemos la manera en que piensa en relación a las circunstancias que enfrentamos a diario.
El segundo paso consiste en obedecer la Palabra de Dios. Recordemos que la simple acumulación de información, incluso acerca de la Biblia, no nos hará sabios. Proverbios 8.33 (NVI) dice: “Atiendan a mi instrucción”. La sabiduría viene como resultado de adoptar la perspectiva de Dios en la medida de nuestras posibilidades, y responder en obediencia a sus normas y mandamientos. Esto lleva a las acciones correctas, y conduce a una visión más profunda de la perspectiva del Señor y a una mayor motivación para obedecer en el futuro.

En tercer lugar, debemos orar pidiendo sabiduría. Santiago 1.5 dice: “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada”. Por saber que el Señor es la fuente de toda sabiduría, debemos acercarnos humildemente a Él en busca de ella. Sin embargo, el versículo que sigue: “Pero pida con fe” (v. 6). Dudar de la fidelidad de Dios suele ser el resultado de vivir en desobediencia. Santiago nos aconseja dejar a un lado nuestras prácticas pecaminosas, y convertirnos en hacedores de la Palabra de Dios (1.21-25). Cuando miramos atentamente la Palabra y obedecemos sus instrucciones andando en integridad, estamos en condiciones de recibir la sabiduría que Él ha prometido.
El cuarto paso es convertirnos en observadores. El propósito es comparar lo que vemos a nuestro alrededor, con lo que el Señor dice en la Biblia. Cuando tenemos esta mentalidad, incluso las creaciones pequeñas e insignificantes pueden enseñarnos algo valioso. Por ejemplo, las hormigas son un buen ejemplo de ética de trabajo (Pr 6.6-11), y las aves ilustran que Dios es fiel para atender nuestras necesidades, así como lo hace con esas pequeñas criaturas (Mt 6.26).
También podemos aprender sabiduría al observar otras personas. Por ejemplo, cuando vemos a alguien que es desobediente y que está sufriendo las consecuencias de sus malas decisiones, tendremos cuidado de no seguir los pasos de esa persona (Pr 14.16). Del mismo modo, al observar cómo los que tienen riquezas materiales suelen estar alejados del Señor, entendemos que las riquezas pueden cegar a las personas a lo que es verdaderamente valioso. Entonces, será menos probable que valoremos el dinero o aferrarnos a las riquezas materiales. Pero no todos los ejemplos que vemos son negativos. Las personas que tienen un estilo de vida recto pueden inspirarnos a imitarlas, también.
También podemos aprender sabiduría al observar otras personas. Por ejemplo, cuando vemos a alguien que es desobediente y que está sufriendo las consecuencias de sus malas decisiones, tendremos cuidado de no seguir los pasos de esa persona (Pr 14.16). Del mismo modo, al observar cómo los que tienen riquezas materiales suelen estar alejados del Señor, entendemos que las riquezas pueden cegar a las personas a lo que es verdaderamente valioso. Entonces, será menos probable que valoremos el dinero o aferrarnos a las riquezas materiales. Pero no todos los ejemplos que vemos son negativos. Las personas que tienen un estilo de vida recto pueden inspirarnos a imitarlas, también.

En quinto lugar, la sabiduría se aprende asociándonos con los sabios (13.20). Debemos encontrar personas que nos hagan querer conocer al Señor más profundamente. Ellas nos estimulan a servir y obedecer a Dios más fácilmente, y a aumentar nuestra hambre por su Palabra. Después de ver el resultado de sus vidas, anhelamos que el Señor haga en nosotros lo que Él ha hecho en esas personas.
Y el último paso es obedecer el consejo piadoso. Todos necesitamos consejos de vez en cuando. En circunstancias que no somos capaces de ver exactamente lo que el Señor quiere que hagamos, debemos escuchar a alguien con sabiduría espiritual —una persona cuya vida esté regida por las Sagradas Escrituras. Tal vez lo único que necesitamos sea una guía para una situación particular. O puede haber momentos en los que tenemos que humillarnos para aceptar la reprensión o corrección. Pero recibir la sabiduría de Dios es tan valioso, que vale la pena la muerte de nuestro orgullo e independencia.
La Internet no tiene todas las respuestas —especialmente para las cuestiones de mayor importancia. La Palabra de Dios es la única fuente verdadera de sabiduría, y Él quiere que impregne nuestra mente y corazón. De esa manera, nos convertiremos en personas que ven la vida desde su perspectiva, y que pueden ofrecer consejos sabios a otros.
Nunca es demasiado tarde para comenzar a cultivar estas seis prácticas que conducen a la sabiduría. Recuerde las palabras de Gálatas 6.7: “Lo que el hombre sembrare, eso también segará”. Aunque usualmente asociamos este principio con una cosecha negativa, lo contrario también es cierto. Cuando sembramos semillas de sabiduría, con el tiempo cosecharemos más de la misma.
0 comentarios:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.