8 jul 2015

Posted by Refrigerio Bíblico | 19:47 | No comments
Las recompensas que nos han sido prometida

Aunque el cielo está garantizado para los creyentes, la manera como vivamos ahora sigue siendo importante.

¿Ha deseado usted alguna vez que la Biblia dijera más sobre lo que sucederá después de esta vida? Sabemos que los cristianos entramos de inmediato a la presencia del Señor cuando termina nuestra vida terrenal, pero ¿qué nos espera en el cielo? Aunque no ha sido revelado mucho, es cierto que “todos nosotros debemos comparecer ante el tribunal de Cristo, para que cada uno sea recompensado por sus hechos estando en el cuerpo, de acuerdo con lo que hizo, sea bueno o sea malo” (2 Co 5.10 LBLA).
Para algunas personas, esto significa estar delante de Cristo, mientras que todos sus pecados aparecen en una pantalla gigante para que todos los vean. Pero eso no se parece en nada al cielo, y definitivamente no está respaldado por la Biblia. Nuestros pecados ya han sido juzgados —el Señor los llevó en su cuerpo cuando murió en la cruz (1 P 2.242 Co 5.2), y por eso Pablo dijo: “Ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús” (Ro 8.1).
En 2 Corintios 5.10, la palabra traducida como “tribunal” es bema, que significa tarima a la que se sube por peldaños. Era un lugar honroso de autoridad donde se sentaba un dignatario. Los corintios lo habrían asociado con los juegos que tenían lugar en las afueras de la ciudad. Allí, el ganador subía a una tarima para ser honrado con una corona que le colocaba un ciudadano prominente. De manera parecida, cada creyente subirá a la bema para recibir recompensas de Cristo basadas en sus obras, fidelidad y servicio a Él.
Antes de abrir su Biblia, pídale al Espíritu Santo que le indique lo que Él quiere que usted aprenda de este pasaje. Luego, lea el pasaje y anote sus primeras impresiones: ¿Qué preguntas tiene? ¿Hay algo confuso? ¿Qué versículos hablan a su situación actual, y cómo?
Estos pasajes revelan lo que Cristo evaluará, cómo y cuándo lo hará, y lo que Él desea darnos. Comenzando con una analogía de los creyentes como edificio de Dios, Pablo señala que cada uno de nosotros es responsable de cómo construye sobre el fundamento de Cristo. No somos salvos por obras, pero Dios ha preparado buenas obras para que las hagamos (Ef 2.8-10). Él quiere que las descubramos y las realicemos, para recompensar nuestra fiel obediencia.
Las recompensas que nos han sido prometidas
El tribunal de Cristo es como un fuego que pone a prueba la calidad de nuestras obras. Algunas de las cosas que hemos hecho serán presentadas sin valor eterno. Estas son las cosas que señala 2 Corintios 5.10; son comparadas con madera, heno y hojarasca, que son consumidas por el fuego. La palabra griega —que se refiere a lo que no tiene valor —puede relacionarse con prioridades equivocadas, oportunidades descuidadas o servicio hecho por los motivos equivocados.
En cambio, las obras puestas en marcha e investidas de poder por el Espíritu Santo están representadas por materiales como oro, plata y piedras preciosas. Si cualquiera de nuestras obras sobrevive al fuego, recibiremos una recompensa. Pero si son quemadas, sufriremos la pérdida de recompensas —no la pérdida del cielo.
Como señala Pablo, el Señor es el único capaz de juzgar de manera perfecta. Nosotros, sin duda, no tenemos ninguna autoridad para juzgar a los demás, ni podemos evaluar con exactitud nuestra propia vida. Es por eso que Pablo nos aconseja esperar hasta el regreso del Señor, cuando tendrá lugar el juicio. Él sacará a la luz lo que estaba oculto previamente, y dará a conocer los motivos de nuestro corazón. Entonces sucederá lo inconcebible —“cada uno recibirá su alabanza de Dios” (1 Co 4.5).
Reflexione
• Hay quienes piensan que solamente los grandes actos de servicio o sacrificio serán reconocidos por Dios, pero ¿qué de los sencillos actos de devoción que el Señor Jesús dijo que recompensaría su Padre (Mt 6.1-616-18)?
• La parábola de Cristo en Lucas 19.1-27 demuestra que todos somos responsables de lo que el Señor nos confía. ¿Qué hicieron los tres siervos con lo que recibieron? ¿Cómo respondió el amo a cada siervo en base a lo que había hecho cada uno?
• Los siguientes pasajes mencionan las coronas que ganan los creyentes. ¿Cuál es el nombre de cada corona, y quiénes la reciben?


• Piense en cómo la perspectiva de un juicio futuro y las recompensas pudieran afectar:

• La conducta hacia sus hermanos en la fe (Ro 14.10-13)
• El apego a las cosas de este mundo (Mt 6.19-2119.27-30)
• Las motivaciones, las prioridades y las actividades (Fil 3.7-17)

Las recompensas que nos han sido prometidas
Responda
• ¿Qué le ha confiado Dios? Piense en las relaciones, habilidades, dones, posesiones, dinero, inteligencia, tiempo, posiciones de influencia, etc. ¿Cómo está invirtiendo estas cosas?
• ¿Cómo cambiaría una perspectiva eterna, su conducta, sus actitudes y sus prioridades?
• Pablo estaba decidido a “proseguir a la meta por el premio” (Fil 3.14). ¿Es esta su actitud? Si no es así, ¿qué le ha distraído?

Repase
La promesa de recompensas no es para desanimarnos o hacer que busquemos oportunidades para ganarlas. Ellas deben alentarnos y motivarnos para que permanezcamos en Cristo como una rama en una vid (Jn 15.1-11). Los creyentes con una vida fructífera son los que permanecen obedientemente en Cristo, dejando que la vida de Él fluya a través de ellos. Para recordarse esta verdad, memorice Juan 15.5, y pídale al Señor que le enseñe a permanecer en Él.

Fuente: www.encontacto.org

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