3 abr 2015

Posted by Refrigerio Bíblico | 01:33 | No comments
Poder a plenitud

¿Sería diferente la vida si viviéramos cada minuto en el poder del Espíritu Santo?
por Charles F. Stanley

Imagínese esto: Es lunes por la mañana, usted sale a duras penas de la cama, y no se siente particularmente espiritual. A pesar de un servicio de adoración maravilloso el día anterior, las emociones y la motivación de esa experiencia se han desvanecido. Al sentarse a leer su Biblia, su mente sigue a la deriva y el texto parece no tener vida. Pero entonces recuerda que Jesús dijo que su Espíritu “os enseñará todas las cosas” (Jn 14.26); por tanto, hace una pausa y le pide al Señor que le ayude a entender el pasaje. Es admirable el cambio que produce esta oración. La Palabra de Dios cobra vida, y la mañana se le convierte en un momento de maravillosa comunión con el Señor al rendirse a su dirección.

En su camino al trabajo, la irritación habitual con otros conductores es sustituida por una paciencia sobrenatural. En el trabajo es capaz de mantener la calma en situaciones estresantes, y de responder con amabilidad a un compañero de trabajo insoportable. Incluso, tiene la oportunidad de hablar de Cristo con alguien. Y cuando, finalmente, llega a casa y es recibido por unos hijos inquietos, el Espíritu le susurra: “Todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse” (Stg 1.19), antes de que las palabras duras tengan oportunidad de formarse en su boca.


Sin la obra del Espíritu Santo, es imposible vivir siempre de la manera que Dios quiere. Es por eso que el Señor Jesús dijo a sus discípulos: “Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré” (Jn 16.7). Ellos debieron haberse preguntado cómo algo podría ser mejor que tener al Hijo de Dios con ellos. Pero el Señor dijo que el Espíritu no solamente estaría con ellos, sino que también estaría en ellos (14.17).

El Espíritu Santo en el Antiguo Testamento
En el Antiguo Testamento, el Señor enviaba su Espíritu sobre algunas personas para que realizaran tareas específicas. Por ejemplo, la presencia de Dios estuvo con Moisés cuando sacó a los israelitas de Egipto (Ex 3.12). Pero el Señor también puso su Espíritu en setenta ancianos de la congregación que recibieron la tarea de ayudar a Moisés a gobernar al pueblo (Nm 11.16, 17). Por otro lado, el Espíritu de Dios llenó a Bezalel con la sabiduría y la habilidad artística que necesitaba para fabricar todas las cosas del tabernáculo (Ex 31.1-5).


Siempre que Dios procuraba hacer algo, facultaba a una persona. Los profetas hablaban cuando el Espíritu les daba un mensaje de Dios para el pueblo. Guerreros como Sansón y Gedeón vencieron a los enemigos de Israel, y el rey Saúl y David gobernaron la nación. Sin embargo, la presencia del Espíritu no era permanente. Cuando Saúl se rebeló contra el Señor, el Espíritu se apartó de él (1 S 16.14).

Poder a plenitud
El Espíritu Santo en la vida de Jesús

Pero después que llegó el tiempo de que el Hijo de Dios viniera al mundo, vemos actuando al Espíritu de una manera singular. Cuando Jesús fue bautizado por Juan, el Espíritu Santo descendió sobre Él en forma de paloma, y vino una voz del cielo que decía: “Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia” (Lc 3.22). Este no fue el principio de la presencia interior del Espíritu, sino una unción visible que marcó el inicio del ministerio de nuestro Salvador. Aunque Jesús retuvo toda su divinidad, decidió depender enteramente del Espíritu. Fue por eso que dijo: “Nada hago por mi propia cuenta, sino que hablo conforme a lo que el Padre me ha enseñado” (Jn 8.28 NVI).

Pero Jesús sabía que era mejor que Él viviera dentro de su pueblo, en vez de estar con ellos en forma física. Cuando su ministerio se acercaba a su fin, prometió enviar a Aquél que trabajaría por medio de cada creyente. Poco antes de que Jesucristo ascendiera al cielo, dio a sus seguidores la Gran Comisión de hacer discípulos de todas las naciones (Mt 28.18-20). Sin embargo, por saber que no estaban capacitados para la tarea, les pidió que esperaran en Jerusalén hasta que descendiera sobre ellos el poder del cielo (Lc 24.49).

El Espíritu de Cristo actuando por medio de su iglesia

Apenas unos días después, durante la fiesta judía de Pentecostés, el Espíritu de Dios vino a morar en los creyentes de Jerusalén (Hch 2.1-4). Cuando esos discípulos fueron bautizados con el Espíritu de Dios, fueron transformados de hombres temerosos a evangelistas valerosos que recibieron poder para llevar a cabo la tarea que el Señor Jesús les había dado. Fueron dotados de la capacidad de hablar muchas lenguas, así que personas de diferentes naciones y regiones que se habían reunido en Jerusalén por el día de Pentecostés, pudieron escuchar el mensaje del Mesías resucitado de una manera que pudieron entender.
Poder a plenitud
El poderoso y transformador Espíritu que vino el día de Pentecostés es el mismo que vive hoy dentro de cada creyente. Hemos sido sellados como hijos de Dios, y nunca debemos temer que nos dejará si caemos en el pecado. Él no vino como resultado de nuestra buena conducta. Sin embargo, debido a que nos ama, podemos tener la seguridad de que nos disciplinará si nos negamos a arrepentirnos.

¿Alguna vez ha reflexionado en lo que significa tener al Espíritu Santo viviendo en usted? Como cristiano, tiene al Dios todopoderoso dentro de sí. Su cuerpo es un templo, apartado y sagrado para Él (1 Co 6.19, 20).

El Espíritu Santo está siempre con nosotros, ya sea que lo sintamos o no. Muchas personas quieren tener un encuentro emocional de algún tipo, pero nunca vemos al Espíritu produciendo experiencias extáticas en Jesús o en los apóstoles. Su tarea es enseñarnos la verdad de la Palabra, guiarnos a la voluntad de Dios, transformar nuestro carácter, darnos dones para el servicio en la iglesia, e investirnos de poder para obedecer, sufrir dificultades y proclamar las buenas nuevas de salvación en Cristo.


La clave para ser lleno del Espíritu no está en las experiencias sino en la obediencia (Jn 14.21Ef 5.18). Así que, si usted es cristiano, recuerde que siempre está en la presencia del Espíritu Santo. Y cuanto más rinda su vida a su control, más sentirá su amor y su poder.


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