Dios con nosotros
En la Navidad lo que importa es la presencia de Jesús.
La Navidad puede afectar de maneras diferentes a las personas. Por casi un mes muchos cristianos y muchas iglesias se embarcan en un frenético modo de funcionamiento para festejar. Aumentan las decoraciones; las estaciones de radio transmiten las mismas veinticinco canciones hasta la saciedad; se hace más larga la lista de cosas por hacer; aumentan los gastos; abundan los platillos de comida; se intercambian regalos; se estrenan vestidos relucientes; y se ofrecen grandes fiestas.
En algún momento, en medio de toda la algarabía, podemos escuchar el nombre de Jesús o percibir un atisbo de su gloria. Esto no quiere decir que Él esté ausente, sino que a veces su presencia es difícil de percibir en medio de tantas distracciones.
Irónicamente, la esencia de la Navidad es precisamente eso. La presencia de Jesús. Cantamos “Oh Ven, Emanuel” (No. 54, Himnario Bautista), y recordamos que este nombre, pronunciado por Isaías siete siglos antes del nacimiento del Salvador, significa “Dios con nosotros”. El profeta predijo la llegada de un niño nacido de una virgen, que viviría en la Tierra como Dios encarnado, y que después moriría para pagar nuestra deuda de pecado (Is 7.14; 53.5), para hacer posible que el hombre disfrutara de la eternidad junto a Él. Pero debemos reconocer que el interés de Dios en tener una relación con la humanidad no se limitó al breve período de tiempo que tuvo lugar hace 2.000 años.
Lea
• Génesis 16.6-14; 22.9-18. Desde el primer capítulo de la Biblia (Gn 1.28), el Señor se ha dado a conocer al hombre de varias maneras, por medio de una voz audible, de inspiración, de sueños y de visiones. Además, la Sagrada Escritura habla de las apariencias visibles de Dios, conocidas como “teofanías”. El visitante de Abraham que predijo el embarazo milagroso de Sara; y el que luchó con Jacob, eran claramente divinos Gn 18.13, 14; 32.29, 30). Igualmente, el hombre con el que se encontró Josué antes de liderar la campaña de Jericó, o Aquel que se le presentó a Moisés delante de la zarza ardiente (Jos 5.15).
• Otros pasajes hablan de “el ángel de Jehová”, que se apareció a hombres y mujeres. Los eruditos bíblicos nos dicen que, en el Antiguo Testamento, esta fraseología —con el artículo definido “el”— indica que no es un ángel común, sino el Cristo preencarnado. Génesis 16apoya esta idea, ya que “el ángel” tenía el poder de multiplicar la descendencia de Agar (v. 10), y ella lo reconoció como Dios (v. 13). Unos pocos capítulos más adelante, cuando “el ángel” se aparece de nuevo a Abraham para evitar que Abraham sacrificara a Isaac, se refiere a sí mismo como Jehová (22.11, 12, 16).

• Juan 1.1-5, 9-14. Las palabras iniciales del Evangelio de Juan no se leen tradicionalmente en los servicios de Navidad, porque no mencionan específicamente el nacimiento de Jesús; pero expresan de una manera clara y a la perfección la iniciativa de Dios de vivir entre sus amadas criaturas, y dar el derecho de ser llamados sus hijos a quienes creen en Él.
• Mateo 28.20b; Juan 14.1-4, 15-18; Hechos 2.1-4. Antes y después de su crucifixión, Jesús le aseguró a sus discípulos que siempre estaría con ellos. No solamente les daría su Espíritu Santo para que morara en los hijos de Dios durante su vida terrenal; también iba a prepararles un lugar en el cielo, donde los creyentes disfrutarían toda la eternidad en su presencia.
• Apocalipsis 21.1-8. En los dos últimos capítulos de la Biblia, Juan hace una detallada descripción de este hogar eterno. Los versículos 3 y 4 del capítulo 21 son especialmente conmovedores. Dicen que el cielo no es simplemente una recompensa para quienes sigan fielmente a Cristo, ni es para el disfrute del creyente; es para el deleite del Señor. Su deseo de relacionarse con nosotros se cumplirá finalmente cuando su morada se convierta también en la nuestra, y experimentemos el gozo verdadero y eterno en su presencia.
Reflexione
• ¿Por qué es importante la encarnación de Jesús? ¿Qué le dicen los siguientes pasajes de la Palabra en cuanto al significado del nacimiento de Jesús? Mateo 4.1-11; Hebreos 2.17, 18; 4.14-16; 1 Timoteo 2.5; Romanos 5.19; Filipenses 2.5-8; 1 Pedro 2.21-24; Romanos 3.21-25.
• ¿Cómo ha cambiado su vida la encarnación de Jesús?
Responda
Al acercarse la Navidad, medite en por qué nació Jesús —en vez de solamente en cómo o dónde— y en cómo puede cambiar la manera en que celebra el nacimiento del Salvador.
• Ponga por escrito algunas maneras de mejorar su relación con el Señor Jesucristo este año.
• Esfuércese por compartir esta pasión con familiares y amigos.
• Pídale al Señor que se le manifieste de una manera especial en esta Navidad y en el nuevo año.
Repase
• En vez de simplemente tararear o cantar música navideña, aparte tiempo para leer los himnos y villancicos —sin música— y para reflexionar cuidadosamente en sus mensajes.
• Si usted tiene una lista de asuntos pendientes para la Navidad, asegúrese de incluir algunos que le mantengan en contacto con el Señor, como meditar en la Palabra, adorarle, u orar con un ser querido. Programe estas “tareas” en su calendario para que nada le impida realizarlas. Si comienza a sentirse abrumado por la cantidad de cosas que tiene que hacer en tan poco tiempo, simplemente elimine de su lista las cosas que compitan con su atención a Dios.
Fuente: www.encontacto.org
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