7 oct 2014

Posted by Refrigerio Bíblico | 19:08 | No comments

Destinatario: El santuario interior

A menos que abunden el tiempo y el dinero, las vacaciones pueden llegar a parecer un lujo —pero hay que descansar.


En el Reino Unido, una campaña publicitaria del hotel Hilton promete una cura para la “vacacionitis”. La cadena hotelera ofrece un alivio de los síntomas de la “monitoritis retinal aguda” (el padecimiento por mirar fijamente la pantalla de la computadora); de la “desplazaritis” (la calamidad del traslado durante las horas pico); de la “cancelitis aguda” (la falta de tiempo para estar con los seres queridos); y de la “infatuitis inalámbrica” (el deseo de desconectarse del mundo).
Los cerebros de la mercadotecnia detrás de estos ingeniosos anuncios reconocen el deseo de descansar. No se trata solamente de la presión relacionada con el trabajo, sino también de las responsabilidades, de las dificultades económicas, de los problemas en el matrimonio, y de los quebrantos de salud.
Las aparentes soluciones al estrés —como el uso de estupefacientes, pornografía y promiscuidad— ofrecen placer, pero solo traen sufrimiento.
Es inútil esperar que el frenético ajetreo de la vida se desvanezca de un momento a otro. Pero eso no significa que no podamos encontrar momentos de silencio y soledad renovadores. Puede que no podamos tomarnos un tiempo libre y volar a una isla tropical, pero es vital que nos apartemos del mundo de vez en cuando.
El Nuevo Testamento contiene muchos ejemplos de cómo Jesús se apartaba para disfrutar de períodos de soledad y silencio —tiempos cuando se reunía en privado con el Padre celestial para orar. No conocemos los detalles de las conversaciones durante esos breves retiros, pero sabemos que eso era una prioridad para Él.
En este pasaje, vemos a Jesús solo más de una vez. Comenzó su ministerio en ayuno y oración. Cuando estuvo listo, escogió a sus discípulos y comenzó a enseñar y sanar. Empezó temprano la mañana siguiente con oración, lejos de distracciones (v. 35).
Martín Lutero aprendió a aplicar esta disciplina en su vida. Dijo en una ocasión: “Tengo tantas cosas que hacer, que no puedo seguir adelante sin pasar tres horas diarias en oración”. Es fácil decir que no tenemos tiempo para ir a un retiro espiritual, o para estar a solas con Dios. Pero la verdad es que no podemos darnos el lujo de no hacerlo.
Podemos estar tentados a decir: “Bueno, el Señor Jesucristo no tenía esposa ni hijos que cuidar. No tenía que hacer pagos de automóvil, ni un jefe presionándolo. ¡Tenía más tiempo que yo!”
Eso es solo una excusa, ¿no es así? Nadie ha tenido un trabajo más importante que hacer, más gente que alcanzar, más responsabilidad que cargar sobre los hombros, o más problemas a los que hacer frente, como Jesús. En un día cualquiera, probablemente había un número mayor de personas clamando por su atención y su tiempo, que lo que la mayoría de nosotros experimentaremos en toda nuestra vida. Y, sin embargo, a pesar de que era Dios, Jesús conocía las limitaciones de su cuerpo humano, y cuidaba del mismo de una manera racional. No esperaba hasta agotarse para tomar un descanso. Por el contrario, se retiraba intencionalmente con el fin de prepararse para el trabajo de cada día.
El estilo de vida del Señor Jesús demuestra que un ministerio pleno y efectivo no solo es capaz de dar cabida al silencio y a la soledad, sino que además depende de éstos.
Destinatario: El santuario interior
REFLEXIONE Y EXPLORE
Antes de tomar la decisión de hacer un cambio drástico de ritmo de vida, asegúrese de que cualquier búsqueda de soledad y silencio ha sido inspirada por el Espíritu Santo. No lo haga porque la gente espera que lo haga, porque le parezca interesante, o porque leyó este estudio bíblico. Hágalo…
• Por su hambre y sed de Dios. Lea Salmo 42.1 y 63.1-8. ¿Qué impulsó al salmista a buscar a Dios?
• Porque anhela escuchar la voz de Dios. Lea Proverbios 2.1-5 y Juan 10.27, 28. ¿Por qué es importante, de vez en cuando, desconectarse del bullicio?
• Usted reconoce la necesidad de presionar de vez en cuando el botón de pausa de la vida, y retirarse a su santuario interior —ese lugar privado en su alma donde solamente están usted y Dios. Lea y memorice Santiago 4.8.
Si usted puede hacer todo esto en una arenosa playa ¡excelente! Si puede tomarse un día libre para relajarse en su hamaca, ¡bravo! Pero si lo único que puede hacer es encerrarse en el baño durante diez minutos, o salir penosamente de la cama media hora antes, eso servirá también.
RESPONDA
Conteste las siguientes preguntas y escriba lo que venga a su mente, de ser posible.
• A veces, cuando se siente agotado y se encuentra pensando: “Necesito unas vacaciones”, ¿cómo ora al respecto? ¿De qué manera ha buscado la dirección de Dios en este aspecto de su vida?
• Cuando no puede tomarse un descanso, ¿cómo reacciona? ¿Qué efecto tiene esto en las personas que le rodean? ¿En su relación con Dios?
• Piense en algunos cambios que puede hacer en su rutina diaria para pasar más tiempo con Dios? ¿A qué le dirá “no”?
Fuente: www.encontacto.org

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