Nuestro Padre sabe qué es lo mejor, ¿o no?
Aprendamos a dejar que Dios escriba la historia de nuestras vidas
por Cheryl McKay
Cuando escribí estas palabras en mi diario, no tenía ni la más mínima
idea de que más de quince años después seguiría esperando una
respuesta. No tenía ni idea de que todavía estaría aceptando el reto de
decir: "Señor, tú sabes qué es lo mejor".
Ahora bien, si yo estuviera escribiendo mi propia "historia de amor",
me habría casado poco después de cumplir los veinte años, y tendría al
menos dos hijos en este momento. Pero, obviamente, ese no era el plan de
Dios para mi vida.
Para aquellas de ustedes que, como yo, no están aún casadas pero
quisieran estarlo algún día, les sugiero que consideren estas preguntas.
¿Qué harías si Dios se te presentara en persona y te pidiera que le
dejaras el control de tu historia? ¿Si te pidieras que le entregaras tu
pluma a Él? La que usas para escribir tu versión de cómo crees que
debería desarrollarse tu historia. ¿Necesitarías saber exactamente lo
que Dios tiene en mente antes de que le entregaras tu historia a Él?
Y si es así, ¿qué harías si la respuesta de Él fuera "no", "no en
este momento", o, "tienes que esperar quince años más"? ¿Seguirías
creyendo que Él sabe qué es lo mejor para tu vida?
La verdadera pregunta es: ¿Puedes confiarle a Dios ese aspecto de tu vida?
Querido Dios: Bendice, por favor, lo que quiero, en este momento.
Aunque no sé si todas las mujeres que queremos casarnos lo haremos,
todas podemos estar seguras de que al final de cuentas, Dios es
realmente digno de nuestra confianza. Ahora sé que prefiero estar
soltera que mal casada, por haberme cansado de esperar en el Señor. A
menudo, cuando decidimos que estamos ya hartas de esperar que Él nos
muestre lo que quiere, nos lanzamos a lo que se nos presente, creyendo
que es lo mejor (y que muchas veces es todo lo contrario), para después
pedirle que bendiga lo que hicimos.
Puede llegar a ser muy fácil convencernos de que Dios dispuso cierta
relación para nosotras, cuando lo que Él tenía en mente no podía estar
más lejos de eso. Podemos sentirnos maravillosamente bien por un tiempo,
pero al final las consecuencias pueden ser graves para toda la vida.
(Tengo más de una amiga que se casó con alguien que no compartía su fe, y
ahora conocen por experiencia propia la razón por la cual la Biblia nos
exhorta a no hacerlo). ¿Has tratado de "ayudar a Dios"? Él no necesita
de nuestra ayuda, como tampoco necesitó de la ayuda de Abraham y Sara
para hacer realidad la historia del "heredero prometido". Aunque tengo
que decir que entiendo por qué Sara se rió luego que el Señor les dijo
que por fin iba a quedar embarazada y tener un hijo al cabo de un año.
Oh, claro, Señor. ¿Ahora que tengo 90 años es cuando vas a bendecirme
con lo que he querido siempre?
Algo que podemos aprender de esta historia es que Dios realmente
cumplió. Es verdad que tuvieron que esperar muchos años, pero Él les dio
el hijo prometido, Isaac. No quiero creer la mentira de que no se puede
confiar en Dios, simplemente porque, hasta ahora, el matrimonio no ha
sido parte de mi vida.
Querido Dios, ¿qué estás tratando de darme, en este momento?
Entonces, ¿cuál es nuestro papel en esta historia? ¿Cómo podemos
discernir qué acciones quiere, en realidad, el Señor que tomemos? Si
creemos que Él está activo e involucrado en nuestras vidas y afectos,
para comunicarse con nosotras, no podemos dejar de pedirle dirección en
cuanto a su voluntad en este aspecto. Si nos dedicamos de todo corazón a
crear una relación y una comunicación íntima y sincera con Él, veremos
cómo nos enseña ahora mismo la manera en que debemos amar, y aceptar el
amor que Él nos ofrece, para que podamos recibirlo. Ahora mismo tenemos
también la oportunidad de aprender que Dios es suficiente para llenar
cualquier vacío, con o sin un esposo, no importa qué tan grande o tan
pequeño sea ese vacío. Cuando se trata de satisfacer todas nuestras
necesidades, Él supera a cualquier persona que pudiéramos encontrar, y
eso no cambiaría aunque estuviéramos casadas.
Pero, para las cosas prácticas y tangibles necesitamos manos y pies
humanos que nos ayuden, y Él puede proporcionar la comunidad idónea para
llenar esos vacíos, si estamos dispuestas a ser parte de una de ellas.
Hace poco tuvo una cirugía del pie, que sabía que me haría dependiente
de los demás, imagínate estar recién operada, viviendo sola y ¡sin poder
conducir tu automóvil por dos meses! Tenía miedo de arreglármelas por
mí misma; mi familia vive a casi 9.000 kilómetros de distancia, y no
estaba segura de poder tener la ayuda suficiente. Hasta le dije a una
amiga: "Recuérdame que me asegure de estar casada la próxima vez que
tenga que someterme a una cirugía". Me había convencido a mí misma de
que tener a alguien obligado (al menos por una promesa solemne) a cuidar
de mí, haría que el proceso fuera menos difícil, que si tuviera que
vivirlo "sola". Pero la realidad fue muy diferente durante mi
recuperación.
Durante la primera semana, no pude cocinar, hacer compras de comida,
lavar ropa, lavarme el cabello —prácticamente nada. Necesitaba que otras
personas me llevaran al hospital, y que me compraran la comida en el
supermercado. Además, necesitaba en verdad tener compañía y oración.
Pero tengo que reconocer que el Señor me ayudó por medio de amigas
(tanto casadas como solteras) de una manera maravillosa. No importó que
no tuviera un esposo que me ayudara en ese tiempo. Cuando le hacía saber
a mis amigos acerca de mis necesidades, veía el amor desbordante de
tantas personas que querían de verdad ayudarme.
Hubo una tarde en que una de mis amigas tuvo que cancelar su visita.
Así que yo no sabía como iba a poder alimentarme. Sintiéndome impotente,
tomé unas muletas para llegar a la nevera y tratar de sacar algo sin
caerme, pero no pude mantenerme en pie. Frustrada, oré diciendo:
"¡Ayúdame, Señor!". Justo en ese momento, alguien llamó a la puerta. Era
una vecina a quien le había hablado hacía poco de mi situación, y que
traía una comida caliente cocinada en casa, suficiente para almorzar y
cenar.
Comprendí que aun en esas situaciones que parecen acentuar de manera
particular nuestra soltería, Dios está allí, ofreciéndonos toda la
gracia que necesitamos —si queremos recibirla. También me recordó que
debía mantener abiertos mis ojos a las necesidades de otras personas
solteras que necesiten ayuda. Recuerda que decir simplemente que orarás
por alguien que está pasando por una prueba, no es suficiente.
Es verdad que esperar nunca es fácil, especialmente porque los planes
finales de Dios son un enigma, y nunca pueden adivinarse. Rendir a Dios
el control es una decisión diaria, no algo que se hace una sola vez.
Pero esperar con Él es mucho, mucho mejor que estar fuera de su
voluntad. Es posible no sentirlo así cuando la tentación de escribir
nuestra propia historia es tan fuerte. Pero he aprendido que buscar
solamente su sello de aprobación a lo que queremos y cuando lo queremos,
nunca produce beneficios, aunque se tenga una satisfacción temporal. No
importa lo que Dios decida hacer con mi vida en cualquier aspecto que
le rinda, pues he llegado a entender que no importa cómo me sienta al
comienzo, mi perfecto Padre celestial realmente sabe qué es lo mejor
para mí.
Regalos que Dios te está dando ahora mismo
A veces, es fácil concentrarnos en lo que no tenemos en la vida, y
sentir como si Dios nos estuviera negando las cosas. Pero cuando caemos
en esa trampa, nos cegamos a las cosas maravillosas que Él nos está
ofreciendo, y por medio de las cuales quiere transformar nuestra vida.
He aquí algunas verdades que pueden ayudarnos a encontrar una esperanza
nueva en esos momentos de insatisfacción:
- Dios te busca cada día.
- Dios está siempre dispuesto a escucharte.
- Dios está esperando hablar contigo y mostrarte su amor.
- Dios siempre ha tenido planes para ti, y tiene un propósito para tu vida ahora mismo.
- Dios te entenderá siempre mejor que cualquier otra persona.
- Dios siempre ve en ti a la persona que Él creó según su propósito, y está orgulloso de ti no importa lo que hagas o dejes de hacer.
- Dios conoce tu dolor y se preocupa profundamente por ti.
- Dios está siempre contigo y nunca te olvidará.
- Dios siempre quiere lo mejor para ti.
- Dios es siempre tu verdadero proveedor. Dios está deseando siempre mostrarte cómo:
- Conocerle y saber quién es Él realmente.
- Darle prioridad a Él en todo, no importa lo que esté compitiendo por tener tu corazón.
- Permitirte recibir amor.
- Amar incondicionalmente, no importa lo que sientas.
- Ser una amiga fiel, leal y consagrada.
- Conocer el gozo de servir a los demás, y dejar que otros te sirvan a ti.
- Aprender a tener una excelente comunicación en cualquier relación.
- Manejar tu enojo.
- Perdonar de verdad, y recibir perdón.
- Buscar su dirección y reconocer su voz.
- Confiar sinceramente en Él y en su amor.
0 comentarios:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.