El cuerpo de Cristo
Dr. Charles Sanley
¿Recuerda usted haber ido alguna vez a la iglesia desesperado por
renovar sus fuerzas? A veces, a pesar de los hermosos cantos y de una
excelente predicación, volvemos a casa preguntándonos: ¿Qué pasó? ¿Por qué el Señor no hizo nada para que me sintiera mejor?

Algunas veces, tratamos de mantener nuestras cargas entre el Señor y
nosotros, y por eso vamos a la iglesia con la esperanza de que el pastor
dirá justo lo que necesitamos escuchar. Pero Dios no ha designado a los
pastores como la única fuente de apoyo y aliento para los creyentes. La
iglesia es el cuerpo de Cristo, y está compuesta por personas que deben
crecer y trabajar juntas para llevar a cabo los propósitos de Dios (1 Co 12.12-31). El Señor no desea que vivamos aislados y decidamos no hablar de
nuestras luchas con otros hermanos en la fe. Por el contrario, desea que
nos apoyemos unos a otros en momentos de debilidad. No debemos dejar
que el orgullo o el temor nos roben la ayuda que Dios quiere darnos por
medio de nuestros hermanos en Cristo. Cuando dejamos de pedir ayuda,
perdemos una gran bendición.
Habrá circunstancias en la vida cuando usted necesitará apoyarse en
alguien más para llevar una carga demasiado pesada; pero en otras, usted
será la persona que ayudará a alguien en necesidad. Como parte del
cuerpo de Cristo, estamos llamados a interceder en oración por otros,
acompañar a quienes pasan por momentos difíciles, y dar una palabra de
aliento a un hermano en la fe con la verdad de la Palabra de Dios.

La iglesia debe ser un lugar de relaciones recíprocas. Hágase esta
pregunta: ¿Sabe alguien realmente lo que hay en mi corazón, y me
entiende? Pero también: ¿Hay alguien a quien estoy alentando en Cristo?
Si la respuesta es no, usted necesita pedirle a Dios que le ayude a
encontrar otros creyentes con quienes pueda crecer. Tenemos el deber de
utilizar nuestros dones para servir a otros (Ef 4.11-16).
Hay una familia de creyentes que nos rodea, listos para ofrecer una
mano de ayuda. Ellos son una de las maneras en que el Señor puede dar
respuesta a su necesidad. Pero también, una en que usted pueda ser de
bendición para alguien más.
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