El yo inoperante
"Porque esto merece aprobación, si alguno a causa de la conciencia delante de Dios, sufre molestias padeciendo injustamente. Pues ¿qué gloria es, si pecando sois abofeteados, y lo soportáis? Mas si haciendo lo bueno sufrís, Y lo soportáis, esto ciertamente es aprobado delante de Dios - 1 Ped 2:19-20".
Cuando el Yo reacciona correctamente ante una situación difícil, solamente puede dar lugar a la auto-justificación. Para que la justicia de Cristo se manifieste, el Espíritu Santo mantendrá inoperante al Yo por medio de la muerte del Señor Jesucristo en la Cruz (Rom 6:6, Gal 2:20, 5:24).
La palabra (padecer/padecimiento) viene del griego (péndso) que es: experimentar una sensación o impresión de sufrimiento [por lo general dolor], denota: cuando una persona se mezcla con un tormento, se hace uno con la angustia o el daño.
El creyente debe acostúmbrarse a reconocer, que en todo lo que sucede en su vida, la mano del Padre está presente (Rom 8:28-29, 2 Cor 1:3-5). El cristiano antes de fijar sus pensamientos en la persona que le hizo algun mal, primero debe detenerse, y recordar que Dios permite que como creyentes experimentemos ese aprieto para ver si lo glorificamos a El o no.
Esa prueba, sea enorme o pequeña, Dios la permite y es Su voluntad para nosotros. Todo creyente debe primero reconocer y someterse a la voluntad de Dios en tal contratiempo, aprieto o situación dificil. Entonces con el descanso en fe, el alma recibe solo lo que el Espiritu Santo puede dar (2 Cor 13:11), el creyente en fe recibirá la sabiduría para saber comportarse dentro de tal situación. Si el afecto del corazón (pensamiento) del creyente reposa sobre el hombre el sufrimiento será interminable, pero cuando el creyente se mantiene mirando a Dios, el sufrimiento no es tan duro como parece.
El Señor Jesús sabía que Su Padre cuidaría Sus derechos y honor, desde Su nacimiento virginal hasta Su ascención glorificada. Pero el que vive en lo visible, quiere que su honor sea defendido inmediatamente aquí en la tierra. El que vive en la eternidad, como viendo lo invisible, está satisfecho al dejar la defensa de sus derechos y honor en las manos de Dios; ése creyente tiene un amplio conocimiento Biblico de que está seguro con Cristo en Dios (Rom 12:17-21, Col 3:3). Cuando el creyente le entrega su todo a Dios para que El lo guarde, tal acción traerá a su corazón descanso y paz.
"Quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente - 1 Ped 2:23".
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