Depender humildemente
Dr. Félix Muñoz
"En cuanto a lo demás, hermanos, regocíjense. Sean maduros; sean confortados; sean de un mismo sentir. Vivan en paz, y el Dios de paz y de amor estará con ustedes. Salúdense unos a otros con un beso santo. Todos los santos les saludan. La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos ustedes - 2 Cor 13:11-14 (BMH)".
El tono de la amorosa mutualidad está presente aquí: se dirige a sus hermanos. Esta es una exhortación a regocijarse, a abundar en la corrección y la consolación del Espíritu.
Tal pereciera que cuando el Apóstol Pablo dice: regocíjense, sean maduros…, sean de un mismo sentir, vivan en paz, nos está ordenando lograr algo inalcanzable. Esto lo hace con el propósito de que aprendamos a depender humildemente de Dios, quien nos manda lo que no podemos lograr por nosotros mismos, para que así entendamos qué es lo que debemos pedir.
Esta bendición final abarca la esencia de nuestro mensaje. La gracia del Señor Jesucristo incorpora todo beneficio y toda responsabilidad que se otorgan al que la recibe. Esta gracia mantendría a los creyentes en torno al don de la redención, en vez de centrarse en sí mismos.
El amor de Dios se refiere al sacrificio voluntario de Dios en Cristo que solo puede ser definido por la crucifixión y resurrección del Mesías. Cualquiera otra cosa daría como resultado un evangelio diferente y otro Jesús (11:4). La comunión del Espíritu Santo expresa la unidad, reconciliación y perfección por la que ora Pablo (13:9). Él es la garantía presente de la futura comunión celestial (1:21, 22; 5:5).
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